
La bateria de la soga electroluminiscente se habia agotado.
Deimos y Fobos ya habían salido pero la silueta seguia allí, inmóvil, sin hacer caso de las señales.
Hacía mucho tiempo que se había oído el canto de las golodrinas eléctricas y las luces de la ciudad brillaban constantes, allá, a lo lejos.
PERO EL CUERPO NO RESPONDÍA NADA, siguió en la misma postura que antes, la información contenida en su memoria ya había sido vaciada y su sangre ya sólo era una mezcla informe de heroína y adrenalina.
Poco antes de dejar de mirar la escena, la poesía y el horror del momento me hicieron tomar esta foto…
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Doctor Jorge Alberto Lizama Mendoza, 20 de julio de 2012
(Fecha original de pulbicación de este post: 8 de febrero de 2010)
Y asì esta Amèrica: ahogada en la violencia
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