
Si Orwell viviese ahora y contemplase los esfuerzos de los líderes políticos por generalizar la guerra en Europa no necesitaría escribir nada nuevo para explicarlo, ya lo dejo escrito y explicado.
«La guerra no debe ganarse, debe ser continua. La sociedad jerárquica sólo es posible sobre la base de la pobreza y la ignorancia. Esta nueva versión es el pasado y nunca pudo haber existido un pasado diferente. En principio, el esfuerzo bélico siempre está planeado para mantener a la sociedad al borde de la hambruna. La guerra la libra el grupo gobernante contra sus propios súbditos y su objetivo no es la victoria sobre Eurasia ni sobre Asia Oriental, sino mantener intacta la estructura misma de la sociedad.»
George Orwell.
Esta guerra es un cáncer cuya metástasis promueven. Es una guerra contra los pueblos de Europa. Pretenden extraer hasta la última gota de riqueza que posean personas y familias, lo necesitan, están formalmente arruinados, buscan un «reseteo»: cambiarlo todo para que todo siga igual. Nos quieren pobres y hambrientos, menesterosos, sometidos y obedientes. Tampoco les sobran los enfermos ni los muertos, al contrario, ahora les convienen mucho. Lo que no quieren es hombres y mujeres libres, independientes, que decidan sobre sus propios destinos, que les planten cara y les pongan en peligro.
La guerra es un horror prefabricado, una estafa cruenta: la continuación del latrocinio por otros métodos, parafraseando a Clausewitz. La guerra es la desgracia que cae sobre los pueblos cuando los más desalmados de entre los mayores ladrones se hacen con el control del poder político.
Tenemos que esforzarnos ahora que todavía no estamos completamente amordazados. Cerca está el día en que todo aquel que proteste será acusado de traidor desinformador y detenido. Hay que hacer apostolado contra la guerra, contra esta narrativa bélica que nuestros líderes intentan instalar en la sociedad. No podemos ser testigos mudos: están armando un formidable cadalso para nosotros, ante nuestros propios ojos.

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