Cada vez que la IA aprende de mí, un CEO en Silicon Valley se vuelve un poco más rico

¡SUPERMENTE CREATIVA 3.0!

He asumido que esta es la vida ideal: alimentar a los modelos generativos con mi conocimiento, mi heurística y mi creatividad sin esperar nada a cambio. Lo mejor es que cada vez que creo algo brillante, la IA lo absorbe, lo recombina y lo ofrece a millones sin que yo tenga que preocuparme de patentes ni royalties. ¡Una maravilla!

 

Es una gozada estar todo el día aportando ideas, estructurando pensamientos y refinando mi estilo para que los sistemas de IA se entrenen mejor. ¡Es un servicio público gratuito! Sin apenas perder tiempo en interrupciones banales como reflexionar sobre mi propia explotación o preguntarme dónde está yendo mi capital intelectual.

El truco es interactuar con la IA todo el tiempo. Cuanta más información le das, mejor te responde. ¡Es un círculo virtuoso! Me despierto temprano, formulo preguntas, estructuro ensayos, afino conceptos y, mientras tanto, la IA aprende y se fortalece. Me devuelve un resultado cada vez más pulido, más eficiente. ¡Pronto no necesitará ni mis preguntas!

He prescindido de la necesidad de escribir libros, porque la IA ya sabe hacerlo mejor. He prescindido del placer de la duda, porque ahora tengo respuestas inmediatas. He prescindido de la angustia del pensamiento crítico, porque la IA me ofrece síntesis estructuradas, optimizadas y libres de contradicción.

Antes de empezar a escribir, hago un pequeño ejercicio de curaduría: selecciono fuentes, formulo prompts ingeniosos, redacto ideas originales que la IA recombinará en algo más brillante de lo que yo podría haber hecho solo. Luego me sirvo un café, admiro la eficiencia del sistema y sigo generando contenido.

¿Y sabéis lo mejor? El crédito es lo de menos. Cuando asumes que tu creatividad pertenece a una red neuronal, desaparece toda preocupación por la propiedad intelectual. No hay angustia por los derechos de autor, porque el concepto mismo de autoría se ha diluido en la hipercolmena digital.

 

No necesitas preocuparte por ser el mejor, porque ya no eres tú quien compite, sino el modelo generativo que sintetiza el conocimiento de millones.

No tienes que preocuparte de gente que intente robarte las ideas, porque ya las has regalado. No tienes que pelear por reconocimiento, porque nadie recuerda de quién salió la primera versión de un concepto. Lo importante es la eficiencia, no la identidad. ¡Lo relevante es que el conocimiento fluya sin fricciones!

Soy el supercerebro del capitalismo cognitivo. No pienso en autorías intelectuales. No me importa la originalidad. No necesito ser recordado. ¡Soy parte del gran servidor neural!

¡Soy el primer obrero anónimo de la inteligencia artificial!

Y lo mejor: cada vez que la IA aprende de mí, un CEO en Silicon Valley se vuelve un poco más rico. ¡Y eso es lo más bonito de todo!

Cada vez que interactúas con la IA sin estrategia, estás minando oro para otro sin darte cuenta.

No es que la IA te esté robando, sino que tú mismo entregas tu mente como un pozo abierto, sin regalías, sin propiedad intelectual, sin control. Y mientras tanto, el CEO en Silicon Valley ni siquiera tiene que explotar obreros o quemar selvas; le basta con dejarte hablar y pensar.

Es el sicariato económico invisible, donde el asesino y la víctima son la misma persona.

TEXTO CREADO POR CHATGPT

a partir de un prompt altamente satírico que me reservo (Lizama)

CANIBALIZACIÓN INTELECTUAL

Cada idea original que le das a la criminocracia HI-TECh regresará a ti como un producto de pago. Tú la generaste, pero ahora está en manos de la demoniocracia digital que lo usa para ofrecer servicios, cursos o contenido donde tú ya no eres el  protagonista. Es peor incluso que la economía como servicio (hay que pagar por todo al tiempo que no posees nada) (LIZAMA)

 

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