
Todo clarísimo. Colectivismo comunista revestido de futurismo high-tech. Todo muy ramplón.
Una mente colmena a la que denominan IA, por alguna razón comercial, nada más. Los ventrílocuos de la nomenclatura global emitirán sus órdenes a través de los terminales digitales: inapelables, indiscutibles, «científicas». Lo que ya sabemos: planes quinquenales de nuevo cuño, que fracasarán, como de costumbre, por culpa de la desinformación y los negacionistas. Hambrunas, desastres, guerras y esfuerzos agónicos hacia ese mítico paraíso comunista que tanto se acerca que nunca llega. Lysenkoismo destilado para el siglo XXI.
¿Qué pasa con quienes no estamos por participar en esto? ¿Qué gulag va a ser el nuestro? ¿Hay algún lugar en el planeta para los que no estamos dispuestos a formar parte del termitero planetario que nos imponen los amos? ¿Alguna tierra prometida para los que seguimos teniendo la vieja mentalidad de cazador-recolector tribal, que no de insecto gregario? ¿Van a cuidar de nuestra salud tan bien y tanto que nuestros sufrimientos se acaben para siempre y de repente? No se olvidarán de nosotros; no, por desgracia.
Es el comunismo. Mordor está apunto de hacerse con el anillo. La Internacional Socialista y el mundo entero como trofeo. Mucho celofán, mucha vaselina, mucho photoshop, pero es eso. Que nadie se llame a engaño.
«Dios nos libre de los filántropos.» Chesterton.
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Fuente: Federico / Telegram