El ciudadano ejemplar es la obra maestra de la ingeniería social: dócil como oveja, feroz vs quien disiente

El ciudadano ejemplar es la obra maestra de la ingeniería social: dócil como oveja, feroz contra quien disiente, orgulloso de su esclavitud y convencido de que todo lo hace por el bien común. Una joya social diseñada para no pensar.


No hay nada como ser un ciudadano ejemplar: inmaculado, solidario, ecosostenible y con la conciencia peinada a raya.

Siempre impecable en sus convicciones, siempre dispuesto a obedecer con la elegancia de quien confunde disciplina con virtud. No se mete en líos: si hay que llevar mascarilla, se la pone sin rechistar; si hay que aplaudir, aplaude; si hay que callar, calla; y si hay que sudar, suda incluso con carácter retroactivo si se entera a destiempo.

Su fe en la «ciencia» y en los «expertos» no admite fisuras. Es su placebo intelectual.

Repite lo que oye en la tele con la solemnidad de un notario y nunca, jamás, osa preguntarse nada: preguntar es de negacionistas. Y el negacionista para él es el diablo con wifi: un pobre loco con gorro de papel de aluminio, terraplanista por defecto y enemigo público número uno.

Este ciudadano es la mascota perfecta del sistema: Ladra al que toca, mueve la cola a quien debe y se tumba al oír la orden.

 

FUENTE

https://t.me/ingenieriasocialarchivo/18215

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