Alcantarilla Cyber (cuento hipertextual)

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De fiesta en cybermedios pues con mis amigos, Verónica Jiménez y Alberto Sánchez, hemos comenzado un cuento hipertextual basada en temas cyberpunk: «Alcantarilla Cyber».

Hemos dividido el desarrollo de «Alcantarilla Cyber» en dos fases: en la primera (en la cual estamos trabajando) el objetivo es crear los puntos y personajes axiales de la historia, después, en la segunda, crear una wiki para que cualquier usuario interesado en aportar su parte creativa lo pueda hacer de manera libre y responsable.

Si gustas participar en este proyecto, por favor ponte en contacto conmigo y, en tanto, los invito a leer los primeros párrafos de esta obra que, en lo particular, me está pareciendo estupenda. 

Alcantarilla Cyber

Bajo a la alcantarilla y lo primero que me encuentro es una sirena que me saluda con su brazo oxidado. De pie, como electrocutado por sus ojos, observo la dicotomía de su mirada, su subterránea naturaleza virtual. ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué está ella aquí? ¿Qué es aquí? ¿Dónde es aquí?

La sirena se arrastra hacia mí haciendo cortocircuito en el piso húmedo. La atmósfera de la alcantarilla, impregnada de silicio y bytes podridos en cada rincón, ahoga mi grito de angustia:

¡¡7i#mp9%6!!  ¡¡7i#mp9%6!!

Nadie está conectado… La alcantarilla es la pantalla. ¿En qué momento mi presencia se volvió cibernética? Estoy solo, solo dentro de una espesura insustancial. Pero ya no pido auxilio, además sería inútil, mi lenguaje (lo descubro tras mi grito) se decodifica como un cometa cuando toca la capa atmosférica: chispas estelares brotan de mi boca. Pasmado, observo mis manos inconexas con el tacto, mi piel aún manchada de rastros de realidad, todo parece al mismo tiempo tan cercano y tan lejano como si un zoom establecido mecánicamente determinara mis movimientos.

La alcantarilla alberga un mundo (virtual) que se escurre de otro mundo (físico), lo sé por el gotear perpetuo de las cosas, por ese gotear que se parece al incesante ruido de pasos que se trasladan de un lado a otro. El mundo físico se está derritiendo – pienso – y cae en esta alcantarilla.

Inmerso en mis pensamientos la presencia de la sirena me atrae con su electrizante mirada. Yace junto a mí, no en la situación que yo quisiera, sus ojos angustiados tienen un pequeño resplandor de serenidad. De nuevo reconozco su brazo ya desgastado por el óxido, de inmediato me quito la prenda que afuera me protegía de la incesante lluvia y desprendo una de las mangas para ponérsela en el brazo, la tela se amolda a su contorno aislándolo así del contacto con el agua. Con esta sencilla operación por lo menos ya no tendremos las molestas descargas eléctricas.

Jorge Alberto Lizama Mendoza, 7 de agosto de 2007

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