NOTA MIA: Sin duda el declive del coronavirus marcará una profunda lucha por el poder mundial entre
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A) los globalistas, que apelarán a un estado único de control, a un gobierno mundial, para poner “orden” al caos.
B) o los nacionalistas que apelarán al fin de globalismo y a un regreso de los estado nación. Condición qué sólo será posible para estados que cuenten con la infraestructura necesaria para minimizar la dependencia externa, además de nuevos líderes firmes en sus acciones; lo cual NO SERÁ EL CASO PARA PAÍSES COMO MÉXICO que ha vendido todo en tan poco tiempo y que no tiene sujetos políticos que encarnen una nueva diferencia.
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La que sigue, es una interesante reflexión de Alexander Dugin (el ideólogo de cabecera de Putin y probable criptoj…) sobre el segundo escenario (Jorge Lizama)
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ARTICULO
La pandemia de Coronavirus ha adquirido una escala mundial de la que es simplemente imposible volver a la situación que existía antes.
Si la propagación del virus no se detiene dentro de un mes y medio o dos meses, el proceso se volverá irreversible y de la noche a la mañana todo el orden mundial colapsará. La historia ha visto períodos similares que se asociaron con desastres mundiales, guerras y otras circunstancias extraordinarias.
Si tratamos de mirar hacia el futuro con incertidumbre y apertura, podemos predecir algunos de los escenarios más probables o circunstancias particulares.
–La globalización se derrumba de manera definitiva, rápida e irrevocable. Hace tiempo que muestra signos de crisis, pero la epidemia ha aniquilado todos sus principales axiomas: la apertura de las fronteras, la efectividad de las instituciones económicas existentes y la efectividad de las élites gobernantes. La globalización ha caído ideológicamente (liberalismo), económicamente (redes globales) y políticamente (liderazgo de las élites occidentales).
–Se creará un nuevo mundo post-globalista (postliberal) sobre los escombros del globalismo.Cuanto antes reconozcamos este giro en particular, más preparados estaremos para enfrentar los nuevos desafíos. La situación es comparable a los últimos días de la URSS: la gran mayoría de la clase gobernante soviética se negó incluso a pensar en la posibilidad de la transición a un nuevo modelo de estado, gobierno e ideología, y solo una minoría muy pequeña se dio cuenta de la verdadera naturaleza de la crisis y estaba preparada para adoptar un modelo alternativo. En un mundo bipolar, el colapso de un polo dejó solo al otro, por lo que la decisión fue reconocer su victoria, copiar sus instituciones e intentar asimilarse en sus estructuras. Esto es lo que condujo a la globalización de los años 90 y el mundo unipolar.
Hoy, este mundo unipolar se está derrumbando, un hecho que ha sido reconocido (en términos de ideología, economía y orden político) por todos los principales actores mundiales, China, Rusia y casi todos los demás, y se ha encontrado con nuevos intentos de independencia y en mejores condiciones. En consecuencia, las élites gobernantes enfrentan un problema más complejo: la elección entre un modelo que se derrumba en el abismo y el total desconocido, en el que nada puede servir como modelo para construir el futuro. Uno puede imaginar cuán desesperadas, incluso más que a fines de la era soviética, las élites gobernantes se aferrarán al globalismo y sus estructuras a pesar del colapso obvio de todos sus mecanismos, instrumentos, instituciones y estructuras.
Por lo tanto, el número de aquellos que pueden navegar más o menos libremente en el creciente caos será bastante pequeño incluso entre las élites. Es difícil imaginar cómo se desarrollará la relación entre los globalistas y los post-globalistas, pero ya es posible anticipar en términos generales los puntos principales de la realidad post-globalista.
–Para garantizar la soberanía y la autonomía, es importante establecer el control sobre aquellas áreas de las que depende la soberanía y la seguridad de cada entidad soberana. Esto hace que ciertos procesos de integración sean un imperativo geopolítico. La existencia de enclaves hostiles en una proximidad amenazante del territorio nacional (potencial o real) socavará la defensa y la seguridad. Por lo tanto, ya en las condiciones para combatir la epidemia, se debe prever y establecer un cierto modelo de integración.El mundo post-globalista se puede imaginar en forma de varios centros grandes y varios centros secundarios. Cada polo principal debe cumplir con los requisitos de la autarquía. Sería el análogo de los imperios tradicionales.
La asunción por parte del Estado de la responsabilidad del suministro de alimentos a su población bajo fronteras cerradas, lo que requiere una agricultura desarrollada;
–Control y mantenimiento del sistema de transporte y comunicación que asegura la comunicación entre los territorios individuales del Estado.Obviamente, para realizar tareas tan extraordinarias, es necesario: