Temprano en la mañana del lunes 15 de diciembre de 2020, Google sufrió una importante interrupción mundial en la que todos sus servicios conectados a Internet se estrellaron, incluyendo Nest, Google Calendar, Gmail, Docs, Hangouts, Maps, Meet y YouTube.
El apagón sólo duró una hora, pero fue un escalofriante recordatorio de cuán dependiente se ha vuelto el mundo de las tecnologías conectadas a Internet para hacer todo, desde abrir puertas y encender la calefacción hasta acceder a los archivos de trabajo, enviar correos electrónicos y hacer llamadas telefónicas.
Cada día que pasa, la gente cae más bajo el hechizo de las comunidades virtuales impulsadas por la tecnología, las realidades virtuales y las comodidades virtuales gestionadas por máquinas artificialmente inteligentes que van por la vía rápida para reemplazar a los seres humanos y eventualmente dominar todos los aspectos de nuestras vidas.
La ciencia ficción se ha convertido en un hecho.
Sin embargo, no sólo estamos esclavizados por las tecnologías que fueron concebidas para hacer nuestras vidas más fáciles. Nos hemos convertido en esclavos de ellas.
Miren a su alrededor. A donde quiera que mires, la gente es tan adicta a sus dispositivos de pantalla conectados a Internet -teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores, televisores- que pueden pasar horas enteras sumergidos en un mundo virtual donde la interacción humana se filtra a través de la tecnología.
Estamos tan consumidos en aprovechar todas las últimas tecnologías que apenas hemos pensado en las ramificaciones de nuestro descuidado y precipitado tropiezo hacia un mundo en el que nuestra abyecta dependencia de los aparatos y artilugios conectados a Internet nos prepara para un futuro en el que la libertad es una ilusión.
Es el amanecer de la era de la Internet de las cosas, en la que las “cosas” conectadas a Internet vigilan su casa, su salud y sus hábitos para mantener su despensa abastecida, sus servicios públicos regulados y su vida bajo control y relativamente libre de preocupaciones.
La palabra clave aquí, sin embargo, es control
En un futuro no muy lejano, “casi todos los dispositivos que tienes – e incluso productos como las sillas, en los que normalmente no esperas ver la tecnología – estarán conectados y hablando entre sí”.
Esta industria “conectada” se ha convertido en la próxima gran transformación de la sociedad, justo en el momento de la Revolución Industrial, un momento decisivo en la tecnología y la cultura.
Entre los coches sin conductor que carecen completamente de un volante, acelerador o pedal de freno, y las píldoras inteligentes incrustadas con chips de ordenador, sensores, cámaras y robots, estamos preparados para superar la imaginación de los escritores de ciencia ficción como Philip K. Dick e Isaac Asimov.
Estos artilugios tecnológicos conectados a Internet incluyen bombillas inteligentes que desalientan a los ladrones haciendo que su casa parezca ocupada, termostatos inteligentes que regulan la temperatura de su hogar en función de sus actividades, y timbres inteligentes que le permiten ver quién está en la puerta de su casa sin dejar la comodidad de su sofá.
Nest, la suite de productos inteligentes para el hogar de Google, ha estado a la vanguardia de la industria “conectada”, con comodidades tecnológicas tales como una cerradura inteligente que le dice a su termostato quién está en casa, qué temperaturas le gustan y cuándo su casa está desocupada; un sistema de servicio telefónico para el hogar que interactúa con sus dispositivos conectados para “aprender cuando entra y sale” y alertarle si sus hijos no vuelven a casa; y un sistema de sueño que monitorizará cuando se duerma, cuando se despierte, y mantendrá los ruidos y la temperatura de la casa en un estado propicio para el sueño.
El objetivo de estos dispositivos conectados a Internet, como proclama Nest, es hacer de “su casa un hogar más reflexivo y consciente”. Por ejemplo, tu coche puede indicar que vas camino a casa, mientras que las luces de colores pueden encenderse y apagarse para llamar tu atención si Nest Protect percibe que algo va mal. Su cafetera, que se basa en los datos de los sensores de aptitud física y sueño, preparará una cafetera más fuerte para usted si ha tenido una noche inquieta.
Sin embargo, dada la velocidad y la trayectoria a la que estas tecnologías se están desarrollando, no pasará mucho tiempo antes de que estos dispositivos funcionen de forma totalmente independiente de sus creadores humanos, lo que plantea toda una nueva serie de preocupaciones. Como señala el experto en tecnología Nicholas Carr, “Tan pronto como permitas que los robots, o programas de software, actúen libremente en el mundo, se enfrentarán a situaciones éticamente difíciles y a decisiones difíciles que no pueden ser resueltas a través de modelos estadísticos”. Eso será cierto para los autos auto-conductores, los aviones no tripulados auto-voladores y los robots de campo de batalla, así como ya es cierto, en menor escala, con aspiradoras y cortadoras de césped automatizadas”.
Además, no son sólo nuestros hogares y dispositivos personales los que están siendo reordenados y reimaginados en esta era conectada: son nuestros lugares de trabajo, nuestros sistemas de salud, nuestro gobierno, nuestros cuerpos y nuestros pensamientos más íntimos los que están siendo conectados a una matriz sobre la que no tenemos un control real.
De hecho, se espera que para el 2030, todos experimentemos el Internet de los Sentidos (IoS), habilitado por la Inteligencia Artificial (AI), la Realidad Virtual (VR), la Realidad Aumentada (AR), 5G, y la automatización. El Internet de los Sentidos se basa en la tecnología conectada que interactúa con nuestros sentidos de la vista, el sonido, el gusto, el olfato y el tacto a través del cerebro como interfaz de usuario. Como explica la periodista Susan Fourtane:
Muchos predicen que para el 2030, las líneas entre el pensar y el hacer se desdibujarán… Para el 2030, la tecnología está preparada para responder a nuestros pensamientos, e incluso compartirlos con otros… El usuario sólo tiene que pensar en las órdenes, y simplemente ocurrirán.
En otras palabras, el IO dependerá de que la tecnología sea capaz de acceder y actuar sobre sus pensamientos.
Desafortunadamente, como dejo claro en mi libro Battlefield America: La Guerra contra el Pueblo Americano, hemos fallado en considerar lo que tal dependencia de la tecnología podría significar para nuestra humanidad, sin mencionar nuestras libertades.
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FUENTE Y LEER COMPLETO EN
Big Brother in Disguise: The Rise of a New, Technological World Order