Unos meses antes de que se anunciara públicamente el coronavirus de Wuhan (COVID-19), los científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) anunciaron la finalización de una tecnología de «tatuaje» de la Marca de la Bestia para que los niños puedan llevar un registro de sus vacunas.
El microchip, que puede implantarse directamente en la piel, se diseñó con un tinte especial invisible que puede captarse con un filtro especial para teléfonos móviles. Ese tinte no es visible a simple vista.
Con una duración de hasta cinco años, este tinte se detecta mediante una luz infrarroja cercana que se proyecta sobre la piel en la zona donde se ha inyectado. Ya se ha probado en cerdos y ratas, y se supone que el siguiente paso es empezar a inyectar a niños reales con él.
El multimillonario eugenista Bill Gates ya lo pidió en los primeros días de la plandemia, sugiriendo que los «pasaportes» digitales para el virus chino incluyeran los registros de las inyecciones de las personas.
«El sistema -que aún no se ha probado en niños- proporcionaría un acceso rápido y fácil al historial de vacunación, evitaría el riesgo de errores administrativos y añadiría poco al coste o al riesgo del procedimiento», informó Scientific American, citando un estudio sobre el proyecto que se publicó en la revista Science Translational Medicine.
Utilizando una vez más a los pobres como excusa para crear una abominación como ésta, los científicos implicados en el proyecto aseguran que ayudará a los países en desarrollo a conseguir mejores resultados sanitarios en los niños.
«Especialmente en los países en desarrollo, donde los registros médicos pueden no ser tan completos o accesibles, puede ser valioso tener información médica directamente asociada a una persona», comentó Mark Prausnitz, profesor de bioingeniería del Instituto de Tecnología de Georgia (Georgia Tech), que no participó en la investigación.
«Esto, creo, es una forma bastante interesante de lograr esos objetivos».
También cumple el objetivo profético de fusionar la información de identificación de las personas en una inyección o tatuaje de microchip que pueda escanearse para comprar y vender, acceder a edificios restringidos, conducir y participar en actividades sociales.
Según los bioingenieros del MIT Robert Langer y Ana Jaklenec, primero se estampan pequeños parches llenos de microagujas en la piel de los niños para inyectarles vacunas. Después, su prueba de inyección se almacena en los otros componentes inyectables.
Con el simple escaneo de la muñeca, la frente o cualquier otro lugar donde se inyecten estos componentes, el gobierno puede comprobar rápidamente si un niño está «al día» en el calendario de vacunas, que ahora incluye las de la gripe Fauci.
«El equipo terminó utilizando una tecnología llamada puntos cuánticos, diminutos cristales semiconductores que reflejan la luz y que fueron desarrollados originalmente para etiquetar células durante la investigación», informó Scientific American. «El tinte ha demostrado ser seguro en humanos».
No todo el mundo está de acuerdo con el plan, como es de esperar. Los expertos en privacidad dicen que hay riesgos en tener a la gente caminando con microchips en sus cuerpos que contienen toda su información personal.
«Cada persona y cada cultura se sentirá probablemente de forma diferente al tener un tatuaje médico invisible», añade Prausnitz.
No es en absoluto una sorpresa el hecho de que la Fundación Bill y Melinda Gates haya financiado esta investigación de la Marca de la Bestia. Se puso en marcha por una «petición directa» del propio Gates, que afirma que quiere estos microchips dentro del cuerpo de las personas con el fin de «erradicar enfermedades».
«Si no tenemos buenos datos, es realmente difícil erradicar las enfermedades», añadió Jaklenec en apoyo de la agenda de Gates.
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