El «no tendrás nada y serás feliz» ya se está cumpliendo en los jóvenes.
Tienen un móvil, conexión a internet y acceso a mucho contenido digital legal o pirata. Todo lo demás les queda muy lejos.
Viven con sus padres o alquilan una habitación en un piso compartido, de vez en cuando comen en mcdonalds o en un kebab, un coche ni soñarlo, algo de ocio nocturno barato, los más afortunados un viajecito low cost (aunque el covid y la crisis energética está acabando con ello), etc. Son todo baratijas encaminadas a sobrellevar el día a día, esa parte sí se cumple. Lo malo es que por lo que veo no suelen ser felices, sino que por el contrario viven en desolación interior.
Si ya es viejo en España el problema de la adolescencia forzosamente alargada por la precariedad laboral, me parece que se va agravando con el paso de los años hasta llegar a un punto en que parece imposible hacer planes a largo plazo. Esta incertidumbre unida a que la quiebra institucional, social y moral está alcanzando cotas demenciales, nos deja a una generación condenada a no tener nada y a ser felices solamente si, como es habitual en el NWO, se redefine el significado de esta palabra para que se refiera a un estado de refugio histérico en el consumo de productos baratos, principalmente contenidos digitales.
Salvo un cambio profundo en el actual orden de las cosas, claro.
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