Desde que comenzó todo lo del bicho en 2020 me estuve fijando en un detalle muy importante respecto a lo dañina que estaba siendo la forma de abordarlo.
La premisa principal es que ante una maniobra manipulativa por parte de una figura como el estado, la gente de a pie es incapaz de ver «intencionalidad negativa por parte del estado», o lo que podríamos considerar que el estado no quiera nuestro bien y nos este puteando. Creo que sucede un fenómeno muy interesante que se puede observar en el trauma infantil, el cual explicaré de forma somera.
Cuando somos niños pequeños, nuestra mente está precableada para idealizar y desear el amor de nuestros padres (o cuidadores principales). En caso de que esas figuras de vinculación nos traten mal, y no encontremos ninguna otra fuente de afecto incondicional, nuestra mente tiende a internalizar los mensajes negativos de nuestros padres para conseguir su tan preciado amor. La premisa es sencilla, si mis padres no me quieren es porque algo malo ha de haber en mí, lo cual genera un sentimiento atroz de falta de valía que se intenta compensar el resto de la vida. Nuestra mente no entiende que nuestros maravillosos padres nos traten sin cariño, por lo que si cambiamos, por fin nos querrán. Nuestra mente es incapaz de ver malicia o neglijencia, ya que perderíamos una figura esencia de «apoyo» y seguridad. Nuestra mente cambia el objeto de control a nosotros mismos (como niños), por lo que si cambiamos y somos buenos, seguiremos teniendo unos padres idealizados que al final nos aceptarán.
Y bueno, ¿A qué viene toda esta chapa que he explicado sobre vinculación infantil? Pues porque tengo la sensación que durante toda la etapa bicho, se produjo algo similar pero sustituyendo figuras de vinculación parental por la figura del estado. Muy poca gente con la que se hablaba en el año 2020 (a mí me costó un tiempecillo verle las costuras a toda la narrativa) y 2021 parecía rebelarse o ver lo injusto y liberticida de las medidas bicho. La gente era incapaz de ver que el estado protector pudiese no desear su bien, como el niño maltratado es incapaz de perder la figura de referencia. Y daba igual todas las pruebas que se mostrasen, siempre había justificaciones peregrinas para salvar su visión de un mundo que tiene sentido y no es hostil.
Porque para ser verdad, es ciertamente increíble pensar que una figura como el estado, que «nos da las pensiones» y la seguridad social, que nos protege con campañas contra la discriminación del diferente (curiosamente sólo de los caladeros de votos premium) y que se supone que nos tutela…. Sea capaz de conspirar contra nosotros, someternos a un arresto domiciliario ilegal, y coaccionarnos para que nos pinchemos un fármaco milagroso. La mente de la gente decente y normal no es capaz de ver la malicia ni lo incoherente de lo que sucede. Ocurre entonces el famoso fenómeno de la disonancia cognitiva.
La mente no puede sentirse cómoda con dos creencias contrapuestas sobre uno mismo y el mundo conviviendo en la mente. Por ejemplo: Yo soy vegano, pero como burger king los sábados. Ambas cosas no pueden coexistir en mi mente a la vez, generan incomodidad, y esa incomodad ha de resolverse. La resolución de esto es una tercera creencia que permita que coexistan ambas, Por ejemplo: Como carne los sábados porque así contengo mi ansia y puedo ser un verdadero vegano el resto de la semana. Es un ejemplo de mierda pero creo que se entiende.
Ahora viene lo bueno. Respecto a la población general, la narrativa bicho ha hecho que las personas más normativas y «buenas ciudadanas» (Que ya hemos visto que no por ello mejores personas), sean las que más han de creerse el discurso bicho porque son incapaces de plantearse algo que rompa su visión de mundo justo y estable, donde el estado nos protege. Papá nos pega un poco, pero es que lloramos demasiado y nos lo hemos merecido.
La clave maestra para que la etapa bicho fuese una pesadilla y nadie se rebelase: El estado vendió que la autorestricción de libertad era actuar bien, y rebelarse y dudar, era de locos e insolidarios. A «mejor ciudadano», mayor esclavo del sistema. Triste pero cierto, gente a la que queremos y valoramos, comportándose como seres sin capacidad crítica y defendiendo la visión del estado sin capacidad de pensar. Pero, ¿Por qué? Por la disonancia cognitiva. Si el estado es capaz de hacernos esto, no hay base de seguridad.
Creo francamente que aunque ya vivíamos en un mundo muy manipulado en general, la etapa bicho ha terminado de romper del todo la mente a nivel colectivo. No se si algún día se estudiará en realidad cómo se afrontó la «pandemia» a nivel sociológico, pero es aterrador sentir que esto ha podido ser solo un aperitivo de algo que puede llegar más adelante. Con las claves adecuadas, la población traga con todo. ¿Qué nos espera en un futuro con este precedente?
Gracias por leer. Un saludo a todes (xD)
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